La pronunciación en inglés se caracteriza por una complejidad vocálica significativa, un ritmo cronometrado por el acento y una articulación consonántica variable. Su sistema vocálico es notablemente grande y diverso (a menudo de 12 a 20 sonidos vocálicos distintos según el dialecto), creando pares mínimos como barco/oveja y completo/tonto. El inglés es templado por el estrés, lo que significa que las sílabas acentuadas ocurren a intervalos más o menos regulares, mientras que las sílabas no acentuadas a menudo se acortan y reducen (por ejemplo, el sonido schwa /ə/ en \"sofá\").
Los grupos de consonantes son comunes (por ejemplo, las fuerzas /strɛŋkθs/), y las consonantes finales son frecuentemente inéditas o glotalizadas.
Fundamentalmente, la relación entre la ortografía y la pronunciación es muy irregular (por ejemplo, tos, aunque, a través, compra), lo que dificulta la tarea de los alumnos. Los acentos regionales exhiben una variación sustancial en todas estas características.
Los grupos de consonantes son comunes (por ejemplo, las fuerzas /strɛŋkθs/), y las consonantes finales son frecuentemente inéditas o glotalizadas.
Fundamentalmente, la relación entre la ortografía y la pronunciación es muy irregular (por ejemplo, tos, aunque, a través, compra), lo que dificulta la tarea de los alumnos. Los acentos regionales exhiben una variación sustancial en todas estas características.